Muchos de los negocios de la Ciudad de Mexico están sufriendo por la contingencia.
Han pasado 50 días desde que Xóchitl cerro su fonda, aunque podía repartir a domicilio o vender para llevar, decidió sacrificar sus ingresos para garantizar su salud y la de sus clientes, la mayoría adultos mayores. El dueño del local le ayudó con la mitad de la renta de abril y mayo, pero los recibos de luz, agua, teléfono y la declaración de impuestos no perdonan, lo mismo que el sueldo semanal de Rosita, la joven que le ayuda a cocinar en la Fonda Siete.
La situación económica es igual de dificil para Miguel y sus socios, quienes tienen un negocio de venta de bicicletas y clases presenciales. Desde finales de marzo, en Emotion Bikes estaban a punto de cerrar por ser un negocio no esencial, aunque en aquel entonces podían vender en línea. Hoy ni esos pueden hacer porque el equipo que vendían es de exportación y por ahora el comercio internacional está detenido.
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